viernes, enero 01, 2010


Un discípulo se quejaba a menudo de que su maestro no le explicaba adecuadamente las cosas.

Un día en que se encontraban paseando juntos maestro y discípulo por el campo, el discípulo exclamó: ¡Qué olor tan agradable tienen las flores!

A lo que el maestro le respondió: ¿Ves como no te oculto nada?

Cuento zen

3 comentarios:

xhaju dijo...

Estoy seguro de que esto es "apología" de los profesores...
De todos modos, tomo un mensaje primario (no demasiado benevolente con los profesores), aunque puede haber uno secundario (bastante mejor, pero tendría que retorcer la retórica...)

¿Con cual te quedas tú?

Hwi Noore dijo...

Yo también quiero saber con cuál os quedais, aunque más o menos lo intuyo. (Gaia, Gracias,ya estaba ansiosa por un nuevo post)

Gaia dijo...

Bueno, quizás sí suene un poco a una elegante manera de eludir la responsabilidad que tienen los profesores en el aprendizaje de sus alumnos. Especialmente suena así para aquellos que tenemos cercana la experiencia en las aulas.

Sin embargo, elegí esta cita como una forma de recordarnos que el universo está ahí, ante nosotros, ofreciéndonos sus respuestas. Que no hay nada que tenga por qué sernos ajeno, con tal de que nos hagamos las preguntas adecuadas. ¿Podemos responsabilizar a otros de no abrir nuestras mentes?

Finalmente diré en defensa de la filosofía zen, a la que pertenece esta anécdota, que su método de enseñanza se basa en el planteamiento de paradojas sobre las que el alumno tiene que meditar. Así que la respuesta no es más que otra paradoja del maestro ante la queja del discípulo a propósito del método.