lunes, abril 04, 2011

Los árboles de Sindh


Entre embrujada y fantasmal, casi tenebrosa aun a la luz del día, se desvela una pátina cenagosa de agua. Su verdor limoso y traicionero se extiende hasta el horizonte, su monotonía rota tan sólo por unas grotescas figuras que se ubican entre lo sólido y lo etéreo. Extraños musgos o polvorientas esponjas que, en siniestro pacto con el pantano, quisieran devorar nuestros pensamientos para dejar caer nuestro desposeido cuerpo y así ahogar nuestra vacía mente en el agua inerte...

Mas si nuestra mente consigue resistirse al pozo de confusión y telarañas que pende de estas figuras, despegarse de sus formas y  abductoras sombras, un paisaje diferente se abrirá ante ella: la pátina calmada es el residuo de una otrora violenta inundación, las protuberancias inquietantes son árboles anhegados, y sus escalofriantes velos son las creaciones de cientos de arañas, que treparon a los árboles para no perecer. Valiente y afortunada escalada la de estas arañas de Sindh, que han tejido trampa mortal no para nosotros sino para los despiadados mosquitos de la Malaria.  Veladas torres, tejedoras fieles, fortuna ciega.

Gaia
  

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