Unas suaves colinas verdes evolucionan hacia el mar en forma de oleaje.
Y una niebla ligera entristece el paisaje, hasta el punto de haber hecho verter lágrimas al cielo brevemente.
La mar abraza dulce y
espumosamente a la Tierra. Arropa y mece la arena hasta sofocar su llanto y adormecerla, dejándola sumirse en un sueño susurrante y rugiente, en espera de un tiempo mejor en el que despertar a los encantos del agua y de la Historia.
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