sábado, julio 16, 2005

El paso del tiempo

Con una imagen se intenta capturar algo tan inabarcable como el tiempo.

Con una fotografía, se intenta capturar la espera y el transcurso. El instante y el intervalo.

La espera de la cortesana en la terraza, conectada con el discurrir de Cronos por medio de un teléfono y una conversación que rompe lo estático que había en su desayuno y en su asiento contemplativo.

El instante del segundero y de la persona que, tan sólo por un capricho del diafragma y del tiempo de abertura de la cámara, aparece en escena, en la margen izquierda.

El transcurrir del imparable tiempo en el andar del caballero de camiseta roja y del encargado de tren que se aproxima a nosotros por sus espaldas.

Por otro lado, la profundidad de la imagen por medio de los dos niveles que proporcionan el segundo piso y la toma de la imagen desde la altura recuerdan el carácter dimensional del tiempo, y su sentido dentro de un espacio de tres dimensiones. Puesto que el tiempo, sin un lugar en el que tengan lugar sucesos, carece por completo de significado. ¿Con respecto a qué podría transcurrir si no el tiempo? ¿Con respecto a sí mismo? Su sentido parece radicar precisamente en la existencia del cambio dentro del espacio, y así, el hecho de que el reloj, protagonista de la obra y de la tragedia, penda del punto de unión y ruptura de los dos niveles, completa la composición y da su fuerza a la fotografía.

Unión de las dos plantas el notario de Cronos en tanto que comparten tiempo, ya que no lugar. Testigo impertérrito de las vidas de viajeros junto a la columna que aporta la continuidad vertical entre los sucesos de arriba – ausentes, por un lado- y la actividad de abajo.

Y ruptura entre ambas pues convergen en él las líneas de la planta superior, mientras que él mismo pende por contra sobre la primera, como un aviso divino de la inminencia de su caída o, cuando menos, de la caída de los granos de arena, uno tras otro, imparables en el devenir del tiempo a causa de las leyes del Universo.

Mas, sin embargo, todo el lugar se ve envuelto por el bullicio, como en una pompa que se extendiera desde su foco primordial, para abarcar los confines del espacio, en tanto el tiempo y la expansión se lo permitieran. He aquí el hálito vital de Cronos.

Gaia

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