viernes, julio 08, 2005

En la hora en que las flores nocturnas ofrecen su perfume


Estaba allí, solo consigo mismo, recogido, apacible, adorando, comparando la serenidad de su corazón con la serenidad del éter, conmovido en las tinieblas por los esplendores visibles de las constelaciones y los esplendores invisibles de Dios, abriendo su alma a los pensamientos que brotan de lo Desconocido. En aquellos momentos, ofreciendo su corazón, en la hora en que las flores nocturnas ofrecen su perfume, encendido como una lámpara en medio de la noche estrellada, esparciéndose en éxtasis en medio de la irradiación universal de la Creación, él mismo no hubiera sido capaz de decir lo que pasaba en su espíritu. Sentía algo que se lanzaba fuera de él, y algo también que descendía en él. Misteriosas relaciones entre los abismos del alma y los abismos del Universo.

Victor Hugo
Los Miserables

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