Si uno se detiene unos instantes a meditar sobre este aserto, se dará cuenta de que no es tan importante la lengua como la sociedad que hace uso de ella: la sociedad que abandona el uso de pedir en favor del agradecimiento es una que entrega sin petición y que agasaja al semejante por propia buena voluntad y sentido de la ciudadanía; no aquella que hace y otorga ante una solicitud y que agradece como demanda a, también, una petición de protocolo y buenas formas.
Debe de tratarse de una sociedad que entrega por mera satisfacción del que otorga, y que agradece por propia necesidad del favorecido.
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Si uno se detiene unos instantes a meditar sobre este aserto, se dará cuenta de que no es tan importante la lengua como la sociedad que hace uso de ella: la sociedad que abandona el uso de pedir en favor del agradecimiento es una que entrega sin petición y que agasaja al semejante por propia buena voluntad y sentido de la ciudadanía; no aquella que hace y otorga ante una solicitud y que agradece como demanda a, también, una petición de protocolo y buenas formas.
Debe de tratarse de una sociedad que entrega por mera satisfacción del que otorga, y que agradece por propia necesidad del favorecido.
¿Hermosamente utópico?
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